martes, 20 de julio de 2010

Viaje Tai, Cap 13º: Camboya, un gran cambio

A la mañana siguiente nos despertamos pronto para ver el último amanecer y tomar prontito un taxi-boat que nos dejara en tierra firme para dirigirnos a la frontera con Camboya.

Después de lidiar un rato en la aduana porque nos querían hacer pagar de más, por fin ya estábamos en Camboya. Según íbamos ciclando por las largas rectas que en mas de una ocasión ciclamos, nos dimos cuenta del brusco cambio que dio el paisaje. Aquí lo único que ves son extensas plantaciones de arroz y algún que otro árbol suelto. Nos enteramos mas adelante que en Camboya son pocas la zonas salvajes y boscosas que quedan, pues prácticamente el país entero ha sido quemado para la plantación, fundamentalmente de arroz.
En la gente también notamos un gran cambio. Ya no eran esos recibimientos tan alegres y efusivos que sobre todo los niños nos brindaban. Incluso te saludaban en inglés, no en Khmer, el idioma de Camboya. Los mas de 30 años de matanzas masivas y torturas parecen haber dejado secuela en esta gente, cuyo gobierno ordenaba matar a todo universitario, periodista,… o incluso a la gente con apariencia de tener estudios, para tener una población analfabeta e inculta bajo su control.
Nos llamó mucho la atención este cambio no sólo paisajístico sino actitudinal de la gente. Además aquí te veían más como un turista de dólares andante al que poder sacarle unos centavos que otra cosa. De echo su moneda más usada son los dólares y no el Ríel que es la moneda de Camboya.
Se trata de un país que tiene bastante afluencia turística sobre todo por el complejo de ruinas de templos mas grande de todo el sudeste Asiático y prácticamente de todo el mundo, que se encuentra en Siem Reap, al noroeste del país. Es por esto por lo que notamos también un incremento en los precios tanto de los alojamientos como de la comida.
La primera parada la hicimos en un pueblo que acoge bastantes turistas a pesar de ser pequeño, porque es el último pueblo antes de pasar a Laos y donde la gente que va hacia este país, ha de parar para tomar al día siguiente el autobús. Nos llamó mucho la atención lo poco cuidado que estaba aquel pueblo, Stung Treng, y la cantidad de basura que había. Tan solo nos quedamos unas horas en aquel pueblo, para dormir y al día siguiente prontito marchar. En el mercado nos dieron de cenar una comida típica de allí, que la verdad no estaba muy buena, pero por lo menos tenían banana shake! Para mi sorpresa, no sé con que lo hacían pero no estaba nada bueno. Curioso era por lo menos que en los puestos del mercado vimos comida más rara de la que estábamos acostumbrados a ver. Aquí en Camboya es bastante típico el murciélago y la tarántula, a parte de numerosos tipos de insectos como grillos, saltamontes y otros muchos más que no sabíamos que eran.
 
La etapa siguiente resultó ser un tanto incómoda, no solo por lo aburrido del paisaje, sino por que a falta de 40Km, me empecé a encontrar un poco raro, sentía unos escalofríos por todo el cuerpo, sudor frío y dolor de tripa. Cuando ya no podía mas me paré en una esquina para retorcerme del dolor y estar tumbado de lado para ver si se me pasaba. Por fin devolví y se me asentó un poco el estómago. Tras descansar un poco retomamos las bicis para llegar al pueblo que se encontraba a tan solo unos 18Km. Bueno pues esa pequeña distancia paré otras tres veces para vomitar otra vez. Bastante débil y con ganas de tumbarme, llegamos a la guest house. Nada mas reservar habitación me tumbé en la cama y me quedé frito hasta el día siguiente. Menos mal que estaba con Unai, porque era incapaz de hablar con nadie y era él quien gestionaba todo a parte de hacer de buen enfermero.
El caso es que algo me debió sentar mal en aquel mercado o algo había pillado, porque durante 12 días estuve devolviendo un día si y otro no. Puede ser que no guarde un bonito recuerdo de Camboya por este motivo, pero Unai estaba bastante bien y tampoco le gustó tanto como Laos.
Uno de los atractivos que tiene este país es que en el Mekong se encuentra el delfín de agua dulce. En los alrededores de Kratie, un pueblo de estilo colonial pequeño pero curioso, hacen bastantes salidas al día con embarcaciones para salir río arriba para avistar este tipo de delfín. El caso es que antes de llegar a este pueblo, vimos una pequeña explanada a orillas del río donde paramos para descansar, tomar un refresco y observar el río por si veíamos algún delfín. Cerca de este sitio partían estos barquitos con turistas para subir el río en busca de esos animales. Tras estar un rato mirando el río de pronto Unai se sobresalta diciendo, he visto uno! Me indicó por donde y otros dos asomaron el lomo para volver a sumergirse. Varias veces nos deleitaron asomando sus cuerpos oscuros sobre el agua marrón característica de este río. Resultaba curioso ver delfines sobre las aguas de un río, cuando la mítica estampa que tenemos de ellos es sobre aguas turquesas del mar, y no en aguas marrones y dulces.
Cuando llegamos a Kratie y nos alojamos, oímos a varios turistas que habían tomado el barco, comentar entre ellos que no habían visto ningún delfín y pensando que fijo que era mentira que en aquellas aguas pudieran haber delfines. Unai y yo nos miramos cómplices de lo que habíamos visto hacía tan solo unas horas y por lo cual estábamos súper contentos y emocionados, y encima sin haber pagado nada.
Normalmente, cuando me ponía otra vez chungo, que ya digo que era un día bien y otro mal, solía ser a la tarde después de comer, con lo que pocos eran los kilómetros que tenía que hacer hasta llegar a la siguiente guest house para descansar. En un par de ocasiones tuvimos que alojarnos varios kilómetros antes de nuestro destino debido a que estaba fatal y por suerte había otro sitio para alojarse antes de lo que pensábamos.
He de reconocer, a pesar del poco entusiasmo que estoy poniendo al describir lo poco que conocí de este país, que la mejor etapa que hice en todo el viaje, o una de las que mas me gustó, se dio aquí en Camboya. Llevaríamos unos tres días ciclando por las típicas carreteras Camboyanas, en las que el asfalto termina y da comienzo a una pista de tierra y piedras rojizas que con el verde de los arrozales crean un contraste precioso. Además esta tierra suelta bastante polvo, con lo que al llegar al destino, mirarte al espejo cuando te quitas las gafas era una imagen bastante cómica, pues toda la cara salvo los ojos tenían una tonalidad rojiza, que hasta no quitarte las lentes no te dabas cuenta.
Este día, que recuerdo como uno de los mejores, decidimos salirnos de esta pista para tomar un sendero marcado en el mapa que marchaba a orillas del río. A pesar de ser el sendero casi impracticable debido a los numerosos baches que tenía, que por cierto hicieron que mis alforjas se rompieran, tubo su recompensa ciclar por aquí. Gracias a que tomamos este sendero pudimos comprobar cómo en los pequeños asentamientos a orillas del Mekong, vivían comunidades de musulmanes bastante grandes y con sus características mezquitas a donde acudían a realizar sus oraciones. Resultaba bastante curioso ver a las mujeres con sus típicas túnicas negras e incluso con los típicos burkas junto con otras mujeres típicamente camboyanas, en aquella zona que para nada recordaba a la típica estampa musulmana.
Ese día tuvimos que ponernos los frontales para llegar a nuestro destino pues se nos hizo de noche ya que no podíamos ir muy rápido por aquellas pistas y senderos. A pesar de perdernos varias veces, tener que arreglar mis alforjas, llegar cansadísimos y de noche, ambos coincidimos en haber resultado ser aquel día uno de los mas curiosos pero bonitos hasta la fecha.


Pero recuerdo una etapa en la que al de poco de empezar a pedalear tuve que parar para devolver. Aquello fue un bajón porque todavía quedaba toda la jornada hasta llegar al siguiente destino y esta vez no había ningún pueblo entre medio. Además llevaba ya unos 10 días con aquellos síntomas y empezaba a estar bastante débil y delgado por comer poco, vomitar lo poco que comía y encima estar andando en bici todos los días. Unai alucinaba, porque no entendía cómo en aquellas condiciones seguía teniendo fuerzas y ganas para montarme en la bici. La verdad es que cuando tocaba día de no vomitar, estaba realmente bien y siempre pensaba que ya habría terminado, cosa que al día siguiente me daba cuenta que no. El caso es que ese día me esperaban unos 60Km por delante todavía y lo pasé realmente mal. Recuerdo que no emití sonido alguno en todo el día, dar pedales cabizbajo y sin ganas fue lo que hice hasta llegar al pueblo donde se encontraba nuestra siguiente guest house.
Llegamos relativamente pronto, con lo que Unai se fue a comer algo y yo me quedé durmiendo. Al despertarme, Unai estaba en la habita con un suero fisiológico que había preparado para darme. Me lo tomé y la verdad es que me sentó bastante bien. Por la tarde noche cuando Unai volvió de cenar me preparó otro suero y me pegué una ducha para quitarme el sudor de la etapa, pues ya me encontraba mejor.
Al día siguiente llegaríamos por fin a Siem Reap, donde al inicio de nuestra andadura en bici, desde que nos encontráramos en Tailandia, decidimos llegar juntos. Y llevábamos casi dos meses juntos y no me hacía a la idea de que aquello fuera a terminar. Yo, de allí marcharía a Tailandia para tomar un vuelo e ir a pasar las navidades con mi familia y Unai, se iría a las islas de Camboya para continuar con su viaje. El caso es que me emocioné, esta aventura con Unai estaba llegando a su fin y hasta ese momento no me lo había planteado.
Serían como las 11 de la noche y ya no tenía nada de sueño después de haber estado en cama y dormido todo el rato. Me encontraba aparentemente bastante bien y con el aburrimiento que tenía le comenté a Unai,
- Oye estaría bien hacer alguna etapa nocturna no?
- Joder ya te digo tiene que ser guapo. Contesto Unai
- Si para las 12 no he conseguido dormir nos vamos, que estoy súper aburrido.
- Ja ja ja , se rió Unai mirándome. – Bueno, tú igual lo dices en serio con la pedrada que tienes!
- Pues claro que sí, la verdad es que me encuentro bastante bien y motivado.
- Pero si no has comido en todo el día y estas a suero. Me replicó Unai
- No te preocupes, preparamos unos sueros pal camino y con eso tiro y además sólo son unos 60Km!
- Bueno bueno, yo lo dejo en tus manos que tú eres el que está chungo, lo que tú digas! Terminó diciéndome
Claro, después de aquella conversación yo tenía una emocionada encima que vamos ni con anestesia me hubiera dormido. Total que en menos de 10 minutos me dí la vuelta y le dije,
- No puedo mas tío tengo una emocionada encima que no me voy a dormir ni pa tras, así que venga en marcha!
- Joder ya te digo me apetece un montón, qué buena!
Y entre risas y como dos adolescentes nos pusimos a hacer las alforjas y el suero para mí. La historia es que no nos habíamos dado cuenta y era bastante tarde. Serían las 11:45 o algo así, cosa que en estos países es ya muy tarde y teníamos que avisar al dueño para pagarle y que nos abriera la puerta de salida a la calle. Entre que el tipo no sabía muy bien inglés, que estaría medio dormido y que lo poco que entendía no se lo creería, él insistía en que le pagáramos al día siguiente. Cuando ya comprendió que nos queríamos marchar en medio de la noche nos preguntó cómo íbamos a ver. Los dos a la vez nos pusimos los frontales y encendimos las luces. El tipo entre risas y careto de incredulidad nos abrió la puerta y nos deseó buen viaje.
Guardo un grato recuerdo de aquella etapa. La noche no pudo ser mejor, un cielo exageradamente estrellado nos acompaño durante toda la noche junto con el cantar de algún insecto que al parecer solo canta de noche y con una potencia de voz asombrosa. Por aquella carretera además pasarían 5 camiones contados en toda la noche con lo que no nos molestaron en toda la etapa y pudimos disfrutar de un gran repertorio de canciones populares que cantándolas amenizamos los últimos kilómetros de aquella bonita etapa.


Decidimos además, hacer aquella etapa con nuestras camisetas horteras, que marcaron nuestra separación, pero que decidimos ponérnoslas como colofón a nuestro periplo juntos y de nuevo a modo de despedida, pues sería la última etapa que realizaríamos juntos.
Siem Reap es un sitio muy turístico, con lo que nada mas entrar ves numerosos Tuc Tuc llevando a turistas hacia el complejo de templos o sin mas mucha gente paseando por el pueblo o de compras,… cuyas miradas se volvían hacia nosotros pues el atuendo que llevábamos con aquellas camisetas y las bicis con las alforjas hasta los topes, no dejaba a nadie indiferente.
Lo primero que buscamos nada mas llegar fue un restaurante para desayunar. Teníamos tal hambre y como estábamos en un sitio muy turístico se nos antojó desayunar pizza. Preguntamos al tipo joven que nos atendió dándonos la carta de desayunos, a ver si podíamos tomar pizza. Alucinado dijo que sin ningún problema. Aquel sitio no tenía pinta de pizzería ni mucho menos, pero las servían, que era lo que nos interesaba. Bueno pues para mi asombro, fue la mejor pizza cuatro quesos que probé en todo el viaje y posiblemente una de las mejores que haya probado nunca. Resulta que el dueño había estado muchos años viviendo en Italia, donde estudió hostelería y estuvo trabajando para volver a Camboya y abrir su propio restaurante. Aquel sitio resultó ser tal acierto que todos los días que estuvimos allí fuimos a desayunar a su restaurante. Además nos amigamos con el joven camarero, con quien salimos a tomar algo un par de noches.


Los famosos templos de Angkor son increíbles, sólo por ver esto merece la pena venir a Camboya. No tengo palabras para describir la majestuosidad y belleza de estas ruinas, hay que verlo para entenderlo. Tampoco sabría decir cuantos templos pueden llegar a haber ni cual es la totalidad de su extensión, pero en uno de los mapas que vi pude apreciar cómo a 90Km todavía habían mas templos que visitar. Yo me saqué un pase de tres días para visitar el recinto para vérmelo con la bici y salvo el día que fui con Unai que me tuve que volver pronto porque me encontraba otra vez un poco mal de las tripas, todos los días me tiraba desde el amanecer hasta la noche viendo y recorriéndome este espectacular complejo.
Una de las noches después de cenar en un hindú que nos flipó y al que fuimos durante las 5 noches que allí estuvimos, fuimos a tomar algo con nuestro nuevo amigo, el joven del restaurante. Nos estaba llevando a un bar que le gustaba bastante, pero al que en contadas ocasiones iba porque no ganaba mucho dinero, cuando un hombre se nos acerca por detrás y nos dice – hey friends! Nos giramos y vimos al tipo que hacía de guía en bicicleta por Laos con el que David por fin se decidió a hablar! Nos contó que había estado 15 días con un grupo por Camboya y que estaba descansando aquí antes de ir de nuevo a Laos para recoger a otro grupo.
Se animó a venir con nosotros a tomarse algo y resultó ser un tipo encantador y majísimo, al que como buen escocés, también le gustaba mucho la cerveza. En una de las terrazas nos dijo que tenía que preguntarnos algo seriamente. Nos contó que tenía mucho trabajo y que necesitaba a alguien para que le ayudara con el negocio, y quería saber qué tal tipo era David, pues éste le había dicho que estaba interesado en trabajar de guía. Le contamos maravillas de David, lo majo que era, buena persona ante todo, que se conocía esta zona mejor que nadie, simpático, gracioso, vamos lo contrario que te esperas de un Inglés le dijimos entre risas. El caso es que le hablamos tan bien y de todo corazón, que hoy en día está trabajando con él y siempre nos agradece David que habláramos tan bien de su persona. Todavía hoy me asombro de la de coincidencias y casualidades, siempre buenas, que se dieron en este viaje, y que hacen que lo recuerde tan gratamente.
En este complejo de templos, me dediqué a hacer unos cuantos vídeos para hacer un montaje y mandárselo a la familia y amigos, porque les había dicho que no iba a estar por navidades. Cosa que era mentira, ya que varios días atrás ya había decidido volver por navidad de sorpresa y para no levantar sospechas les quería mandar este montaje. En una de las tiendas de fotos que había en aquel pueblo me dijeron que me podían hacer lo que yo quería, aunque tardé un día mas de lo previsto tener el montaje hecho ya que en un par de ocasiones metieron la pata. El final no fue todo lo que yo esperaba pero quedó bastante bien (tampoco le podía pedir mucho mas a aquel tipo).
En una de las visitas al complejo de templos Unai olvidó atar la pequeña mochila en la que metía la cámara de fotos, monedero, pasaporte y algunas pequeñas cosas mas, a la parrilla, con lo que se le debió caer en algún lugar. En cuanto se dio cuenta que se le había olvidado atar la mochila, ya era demasiado tarde. Volvió tras sus pasos pero no la encontró. Ese día lo empleamos en poner una denuncia a la policía y a hablar con la embajada para ver que se podía hacer para solicitar un nuevo pasaporte. Como en Camboya no hay embajada Española le dijeron que se tenía que ir a Tailandia para que le expendieran uno nuevo, pero para poder salir del país sin pasaporte tenía que ir primero a la capital, Phnon Penh, para que le dieran un visado especial para pasar a Tailandia. Como al día siguiente ya nos íbamos a ir cada uno a seguir su curso, no tuvimos que adelantar nada. Yo me iría para Tailandia y el se iría a recoger su visado especial para poder pasar a Tailandia después de terminar de visitar Camboya.

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