Mientras estaba de viaje con Janire no pudimos ir a ver el “Triángulo de Oro”, conocido así por que en esta zona al norte de Tailandia el río Mekong hace de frontera natural entre los países de Mianmar, Laos y Tailandia. De camino hacia esa zona paré en el pueblo Chiang Rai tras unas cuantas horas en un autobús, que supuestamente es el VIP (pagas un poco más) porque tiene aire acondicionado. Bueno pues no resultó ser precisamente tan VIP, ya que parece ser que como lo tiene, hay que ponerlo a tope y vamos que aquello parecía Siberia, así que ni descansé ni pegué ojo ya que la sudadera la tenía abajo en la mochila.
Una vez en Chiang Rai lo primero que hice fue buscar una Guest house, y dí con la perfecta para el cansancio que tenía. Se trataba de un alojamiento pequeñito, en las afueras, lejos del ruido pero cerca del pueblo con una explanadita para tomar el sol y una piscina pequeñita y a demás un precio estupendo, 4€.
Después de darme un chapuzón, espabilarme un poco y entrar en calor (cosa que pasó muy rápido, ya que al bajarte de ese autobús siberiano, el calor húmedo sofocante resultó ser más impactante todavía) me puse a comer algo en el alojamiento ya que disponía de cocina. Mientras estaba comiendo llegó un tipo con una bicicleta con las alforjas y muy bien equipado. Dejó la bici, solicitó una habitación y pidió un poco de comida acompañado de una gran cerveza como buen ingles que parecía. Tenía pinta de ser un tipo majo y alegre, de estos que se pone a hablar con todo el mundo, guapo, de pelo rubio y ojos azules, vamos un dandi de la bicicleta como terminé bautizándole.
Como ya llevaba unos días en solitario, le empecé a hacer preguntas rápidamente como buen amante del deporte y las rutas en bici. Se conoce que a el le apetecía charlar también porque rápido dijo para ponerse a comer junto a mi. Nos pusimos al día de quienes éramos, a que nos dedicábamos, que es lo que hacíamos por allí,… El caso es que este tipo, David (Deivid ya que es inglés y para que le pongáis la entonación adecuada en vuestra lectura) llevaba como la friolera de 10 años viajando por el mundo, al principio en moto y desde hacía 4 años en bici por todo el mundo. Llevaba unos 40.000Km recorridos con su bici, haciendo cada 6 meses aproximadamente algún viaje largo de aventura con su amigo Sebastian. Me decía que el Sudeste Asiático le fascinaba y que siempre se venía a ciclar por esta zona para ir preparándose para el próximo reto.
Cuanto más hablábamos mas envidia me daba por estar allí con su bici. Le comenté que una de las opciones que estaba barajando desde que me quedé solo, era ir a Vietnam a recorrérmelo en bici y que al verle tenía tantas ganas que igual hasta me la pillaba mañana mismo. Se rió y me dijo que ya había oído que los Vascos estamos bastante locos y que lo había comprobado justo hacía 2 semanas. En Bangkok se encontró con un chico Vasco que le dijo que no le estaba gustando nada el ambiente de esa ciudad y que se iba a pillar también una bici. Pues dicho y hecho me comentó que estuvieron andando un par de días en bici juntos y que tenía intenciones de pasar a Laos por aquí arriba por el norte.
Le comenté que al día siguiente me iba a dar una vuelta por el pueblo para posiblemente coger una bici de tanta envidia y emoción que tenía por verle con la suya.
- Yo mañana llegaré a la frontera y me quedaré posiblemente un día de reposo en la parte de Laos, si al final la pillas y así lo creo, espero que nos veamos, me dijo David emocionado.
Me fui a dar una vuelta por el pueblo y cené en la guest house de un chico joven que acababa de abrir hacía poco su propio negocio. Me pareció un tipo muy majo y esa noche me fui allí a dormir para ayudarle un poco en los inicios de su n
egocio. Charlamos durante algunas horas de la mejor manera que podíamos, pues el inglés de ambos dejaba bastante que desear. Cuando le comenté que tenía intenciones a la mañana siguiente de buscar alguna tienda de bicicletas, pronto se prestó a acompañarme pues tenía un conocido que llevaba una tienda. Parecía que los astros estaban alineados para que consiguiera una bici. Contento y emocionado me fui a la cama pues el viaje parecía iba a coger otro cariz.
Tal y como me prometió Tim (como quería que le llamara), después de desayunar me acompañó a la tienda de bicis, y menos mal porque el tipo no sabía nada de inglés. Le comenté que lo que quería era una bici de segunda mano, porque no me quería dejar mucha pasta, ya que realmente todo aquello era muy de puntazo y no tenía nada preparado, ni sabía a donde me dirigiría. Pero sólo tenía bicis para alquilar o nuevas para vender. Me enseñó una bici que el decía estar muy bien de precio. La bici la verdad es que en cuanto la sacó me flipó, era amarilla y negra y encima de una buena marca conocida, una Giant. Costaba 15.000Bat pero me la dejaba en 12.000, unos 240 euros. Me pareció un precio muy razonable, pero como no estaba en mi pensamiento ni en mi presupuesto pillarme una bici, y acostumbrado al regateo pues regateé.
El caso es que la bici me gustaba un montón y me la quería comprar, así que finalmente llegamos a un precio. Saldría como unos 260 euros la bici con parrilla, 2 alforjas traseras, portabotellines y botellín, hinchador, Kit. de llaves Allen y destornilladores, juego de repara-pinchazos y parches, 2 cámaras de repuesto y un candado. El precio estaba genial, la bici me encantaba y a mi me embargaba una emoción que no entraba en mí de gozo. Tras la puesta a punto, les dí las gracias y me pasé todo el día y la tarde probando la bici por si habría que hacer algún retoque o algo.
Cené de nuevo con mi amigo Tim y le comenté que me marcharía pronto a la mañana, sobre las 6:30, ya que no sabía cuanto tiempo tardaría en llegar a la frontera con Laos, pues 120Km me separaban y sin haber entrenado para ello.
La emoción hizo que tardara bastante en conciliar el sueño. Al sonar el despertador del móvil un nerviosismo recorrió mi cuerpo, una nueva etapa del viaje iba a comenzar. Al bajar las escaleras para coger la bici e ir a desayunar a los típicos puestecitos de los mercados donde hay actividad a todas horas del día y noche, desperté al ayudante de Tim, que dormía en el suelo de la recepción. Se levantó y me dijo que tenía preparado el desayuno que corría a cargo de Tim. Asombrado lo acepté de buen grado, un bol de yogurt (que allí es carísimo y no tan fácil de encontrar) con trozos de frutas y muesli. Después de dejarle encargado que le diera mil gracias a Tim, me fui a recoger la bici. En el manillar había un gorro típico de cowboy de cuero. Al dejárselo en la mesa de la recepción el ayudante me dijo que no, que era mío. Yo claramente sabía que ese gorro jamás me lo hubiera comprado, así que le insistí que no era mío. Resultó que era un regalo de Tim, ese chico que apenas había conocido un día antes y con el que parece ser ambos dos sentimos una buena química.
El comienzo en bici no podía ser mejor, allí me dirigía yo con mi nueva bici, las alforjas y un nuevo amigo al que siempre agradeceré su ayuda para conseguir que este viaje tan maravilloso en bici se hiciera posible. Ah! Y con mi nuevo gorro de cowboy, horroroso como el solo, pero que al ser un presente de aquel hombre, lo llevé conmigo durante los 3.000Km que terminé realizando con aquella bici (“la avispa” como acabé bautizándola). A pesar de ser un auténtico coñazo tener que colocar aquel gorro todas las mañanas para sujetarlo con los pulpos a las alforjas o tener que quitarlo para coger cualquier cosa de las alforjas, llegó conmigo a Sopelana, donde todavía lo conservo. He de decir que tan sólo me lo puse una vez para sacarme una foto y ahora, que escribiendo estas líneas me lo he puesto en honor a él, para recordarle (creo que ésta sí que será la última vez que me lo ponga).
Gracias a que ya en Bangkok me había comprado un mapa del Sureste Asiático (Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam) y siguiendo las indicaciones de la gente que me iba encontrando fui dirigiéndome a Chiang kong, que es el último pueblo de Tailandia que hace frontera con Laos, separado por el Meckong y donde se encuentra uno de los pasos fronterizos a este país.
Esta zona por la que me hallaba no tiene gran atractivo turístico, con lo que la gente no me entendía cuando les preguntaba por algún sitio para comer. Además no los había y yo que no había contado con esto me tuve que contentar con algunas galletas y un par de plátanos que me llevé para picotear. Por fin hacia las 16:30 encontré un sitio donde poder comer algo, que ya lo iba necesitando, pues a pesar de no haber tenido muchas cuestas el no estar entrenado me estaba pasando factura.
Sobre las 18:30 llegué al pueblo bastante cansado e intuyendo que iba a tener unos dolores de culo escandalosos porque no me había comprado culote, iba en traje de baño (y lo que ya era realidad eran las rozaduras que tenía en las ingles).
Por la calle principal me fui fijando en los carteles de las casas por si encontraba una guest house en la que alojarme. De repente oí un grito, “KAIXO”!! Súbito frené e incrédulo miré hacia atrás, pues no creía lo que había oído. En medio de la calle había un muchacho delgadito y con gafas, bastante moreno para ser guiri. Di la vuelta y me acerqué a el diciéndole
- En serio? KAIXO!!
- Si!! Soy Unai. Me he encontrado con David y me ha dicho que ayer se encontró con un Vasco que igual se pillaba una bici y que el tenía el presentimiento de que era uno de esos que lo que dicen lo hacen. Es rubio, de perilla y con rastas. Llevo todo el día mirando a ver si veo a alguien con una bici, y en cuanto te he visto es que,… (me miraba de arriba a bajo señalándome la perilla y las rastas) ERES TU!!
Nos echamos a reír. Yo no salía de mi asombro. Me dijo para entrar en una terraza donde estaba echándose una birra, y allí estaba David que tampoco salía de su asombro. Sabía que te la ibas a comprar me dijo riendo.
Me acompañaron a la guest house en la que estaban alojados y me quedé en la habita de Unai (que así se llamaba el de Alonsótegui) ya que tenía dos camas y no le importaba. Me pegué una ducha reparadora y nos fuimos a cenar y a planear algo porque el destino, creíamos los tres, nos había puesto ahí por algo.
Otra noche más que me costó conciliar el sueño, pues de nuevo la emoción me embargaba. No terminaba de salir de mi asombro, lo que son las casualidades de la vida! No habrá lugares en todo Tailandia donde podría estar Unai, pero no, estaba allí! Ni en otro momento ni en otro lugar, estaba allí y en ese momento. Y el hecho que David se hubiera encontrado con el anteriormente y,… vamos todo había sucedido porque parece ser que algo mágico hizo que así habría de ocurrir, el Destino?
Es genial leerte Aitor, majo!! Me alegra que nos hayas pasado los links... sigue así, por lo menos a mí no hay nada que más me alegre que leer a gente siguiendo sus sueños!! ;D
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