martes, 20 de julio de 2010

Viaje Tai, Cap 5º: Puesta a Prueba


Al día siguiente nos lo tomamos con calma. Desayunamos tranquilamente a orillas del Mekong y tras hacer las alforjas fuimos a tomar el bote para cruzar el río y pasar a Laos, a Chiang Khong concretamente. Al otro lado tuvimos que esperar bastante rato para que nos tramitaran todo el papeleo de los visados. Ya avisados por David, quien había estado anteriormente, nos tomamos ese día con tranquilidad sin pedalear por que este tema burocrático él ya sabía que necesitaba su tiempo.
Sorprendentemente mi culo estaba intacto, sin agujetas ni dolor y menos mal pues difícilmente iba a encontrar ya en Laos una tienda para comprar un culote, ya que es un país muchísimo menos turístico.
Unai y yo estábamos súper contentos, pues era de agradecer compañía de habla castellana. David ya tenía hecha su idea de lo que iba a hacer, pero nosotros 2 al ser de improvisto el estar allí con nuestras bicis no teníamos nada planeado. De modo que pensamos que deberíamos hacer algo juntos. Ambos teníamos en mente ir a Vietnam a recorrerlo en bici, cosa que David no nos lo aconseja por sus experiencias en ese país con la bici. Decía que conducen fatal, como locos y sin respetar a las bicis. Tanta era la veracidad de su disgusto ciclístico en ese país que nos convenció y decidimos ciclar juntos todo Laos de norte a sur y pasar a Camboya. También dejamos claro que si no estábamos a gusto en nuestro periplo juntos, no habría ningún problema en retomar el viaje de cada uno en solitario, cosa que por lo poco que había visto dudaba que fuera a pasar.
Unai estaba viajando por el mundo ese año ya que la empresa en la que trabajaba había cerrado. Con la indemnización y finiquito se fue a Inglaterra a trabajar y a aprender inglés para viajar al año siguiente por todo el mundo con esos billetes “arround the World” que te permiten tomar X vuelos en los 5 continentes durante un año.
Comentaba Unai que las semanas que llevaba pedaleando por Tailandia hasta allí, le habían pasado factura, que tenía las piernas reventadas y que prefería descansar un poco. David nos comentó que la etapa del día siguiente era muy dura, que serían unos 120Km con muco desnivel, ya que entrábamos en la zona norte de Laos que es muy montañosa. Además él recordó que en ese trayecto, no habría ningún sitio para reponer agua ni donde poder comprar comida ni puesto donde te preparen algo de comer. Al oír esto, y conociendo el ritmo que lleva el Inglés, Unai decidió que tomaría el barco que llevaba a Louangphrabang (antigua capital de Laos) y bajarse en Pakbèng para al de 4 días encontrarse con nosotros en Muang Xay.
Al día siguiente nos despedimos de Unai, nos aprovisionamos de unos cuantos litros de agua y comida y partimos hacia nuestro próximo pueblo, Viangphoukha. De nuevo esa sensación de alegría y nerviosismo invadía mi cuerpo. Allí me encontraba en Laos, andando en bici con aquel trotamundos dandi de la bici, con un día espléndido y siendo saludado por todo niño y niña que te encontraras por el camino gritando sabaidii!! que significa hola. Es una pasada cómo cambia la gente en tan solo unos metros. Sólo el río separaba ambos países, pero la diferencia era abismal. Aquí todos te saludaban y sonreían e incluso te seguían corriendo junto a tu bici, cosa que en Tailandia, a pesar de llamarse el país de la sonrisa, no lo fue tan clara como lo estaba siendo en Laos.
Al de unos 40Km empezó la primera de unas cuantas interminables cuestas. Bajo un sol de justicia seguía a rueda del Inglés, que ya avisado por Unai, llevaba un buen ritmo (motivo por el cual al segundo día dejó de seguirle cuando estaba en Tai, para seguir él solo). Tras coronar la primera cima con una sudada de espanto y contemplar ésa estampa en la que te sientes ínfimo rodeado de tanta montaña de exuberante vegetación, me dio una palmada en la espalda halagándome lo bien que estaba aguantando el ritmo y sorprendido por que fuera con traje de baño y no con culote. Valla culo que tienes!! Me decía riéndose
A medida que avanzábamos hacia el interior por esa única carretera que te lleva hacia la frontera con china, bastante bien conservada por cierto, la gente que nos íbamos encontrando en pequeños asentamientos se quedaba mirándonos atónito. Pocas bicis habrán visto éstos en su vida me dijo David y mucho menos con el equipaje a cuestas replicó. Algunos incluso se asustaban ante nuestra presencia, pues ya no sólo eran las bicis sino que igual nunca habían visto a un hombre blanco, de cabello rubio y ojos claros. Por aquí si pasa algún turista es en autobús para ir al pueblo al que nos dirigíamos, por ser el único sitio por aquí donde poder alojarte, para hacer algún trekking por la selva, me comentó mi compañero.
Hicimos una parada para comer algo del queso, pan y frutos secos que llevamos. Pan! hacía bastante que no comía pan, ya que en Tai no hay, pero Laos al haber sido colonia Francesa, cómo no, tenían pan, no muy bueno que se diga pero al fin y al cabo era pan! Numerosos niños curiosos se acercaron riéndose y algo cautos al vernos allí parados en su asentamiento, dos extraños comiendo y bebiendo de raros recipientes (botellines). Al final se dejaron llevar e hicimos risas con ellos tratando de beber de los botellines, nos tomamos unas fotos con ellos y nos despedimos para seguir nuestro camino pues lo peor estaba aún por llegar.
A unos 70Km empezamos a subir una cuesta no muy empinada pero que parecía ser prolongada. Efectivamente así lo fue, terminaron siendo 35Km de subida en los que a escasos 2Km y muy a mi pesar me tuve que bajar de la bici para empujarla un par de curvas pues la cuesta se puso bien empinada. Esta vez no podía seguirle al Inglés, que me esperaba arriba para darme la enhorabuena. A partir de este punto todo era un sube y baja de estos matadores rompe-piernas, pero por lo menos no hubo mas subidas de esas criminales. Para acabar bien el día nos pilló una tormenta de escándalo. No había lugar donde refugiarnos de la lluvia torrencial y como en breves iba a anochecer teníamos que seguir pedaleando. Una hora duraría mas o menos la tromba de agua, que si no fuera porque en las cuesta abajo nos dolía la cara como si te estuvieran dando perdigonazos, nos mitigaba esa sensación de calor. Curiosamente trascurridos unos 40 minutos desde que amainara la tormenta y sin casi sol, del calor que hace ya estábamos de nuevo secos.
Serían como las 19:30 de la tarde cuando empecé a estar bastante harto de dar pedales, ya no tenía mucha gracia el temita. Llevaríamos como unas 10 horas desde que nos despedimos de Unai pedaleando prácticamente todo el rato. Nos encontrábamos inmersos en una noche estrellada, con los frontales encendidos, por una carretera por la que no pasaba nadie, en la que tan solo se oía el zumbido de las ruedas sobre el asfalto. La verdad es que estaba viviendo un momento bonito y singular, pero tenía muchas ganas de llegar y no sabíamos cuanto quedaba.
Por fin a las 9 de la noche llegamos al pueblo, Viangphoukha. Estaba todo a oscuras, sin ninguna luz aparente y tan solo había 3 casas, una guest house y una casa donde te dan de comer. Parecía que no había nadie por allí, pero un señor apareció con una linterna ofreciéndonos alojamiento. En ese momento ya respiré, por fin íbamos a parar de andar en bici! Se había ido la luz del pueblo, así que tras ducharnos bajo un chorrito de agua e iluminados por nuestras linternas estratégicamente colocadas entre las cañas de bambú, nos dirigimos al restaurante (al que antes de entrar ya sabíamos el menú: arroz o sopa de nudels, ah y como no una buena cerveza para él).
Después de cenar y antes de llegar a nuestro alojamiento vino la luz al pueblo (que tampoco era mucha). Al ir a abrir la puerta de la habitación oí a una pareja hablar en castellano, con lo que rápidamente dije – holaaa?
Otro – holaaa? Sonó enfrente de nuestra puerta mientras se habría una puerta.
- Españoles? Dijo una chica
- Bueno yo de Bilbao y el Inglés
Se trataba de una pareja recién casada que estaba en su luna de miel y habían venido a este sitio para hacer 2 días de trekking por la selva. Y más casualidades todavía, al decirles que era de Sopelana , resultó que eran colegas de un amigo mío. Yo ya no daba crédito a lo de las casualidades de este viaje. Nos tiramos hasta bien entrada la noche charlando y bebiendo a la luz de las velas y estrellas invitados por la pareja recién casada. Nos despedimos hasta el día siguiente pues a todos nos esperaba un temprano despertar.
Antes de entrar a la habita David un tanto emocionado (no se si por efecto de las cervezas que se tomó) me dijo: Mantu estoy orgulloso de ti. Pocas personas creo que serían capaces de al segundo día de comprarse una bici, hacerse más de 120Km con 2.000m de desnivel que hemos tenido que salvar en los 2 puertos que hemos hecho con poca comida, pedaleando casi 12 horas y encima en bañador! Realmente te admiro
La verdad es que me conmovió un montón. Que un tipo que lleva 4 años recorriendo el mundo en bici me dijera eso, la verdad es que me llegó. Nunca olvidaré sus palabras y siempre estaré agradecido que me acogiera como un compañero de viaje y me abriera su corazón, como en más de una ocasión lo hizo. Sé que siempre le tendré como amigo a pesar de la distancia y que igual no volvamos coincidir (cosa que lo dudo y así espero).
A la mañana siguiente nos despedimos del joven matrimonio tras intercambiarnos direcciones por si nos juntáramos a la vuelta para compartir nuestros viajes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario