martes, 20 de julio de 2010

Viaje Tai, Cap 9º: Despedida


Como volvimos a ciclar junto al “dandy de la bici”, David, el ritmo de pedaleo otra vez sufrió un notable incremento, cosa que Unai no lo llevaba muy bien pues arrastraba unas dolencias en las piernas que tanto le acompañaron en el viaje.
Un día antes de llegar a la capi, gracias a la suerte que tuvimos por compartir ruta con David, nos dijo que desviándonos un poco dormiríamos en una zona que poca gente conoce, pues no es muy conocido turísticamente al no aparecer en las guías, cosa que decía pronto cambiaría pues era un agradable a la par que bonito lugar. Se trataba de una guest house que se encontraba en un lago conocido como Nam Ngum Reservoir. Esta guest house se encontraba en una loma a orillas del lago y estaba decorada al más mínimo detalle como si estuviera integrada en la selva, con barandillas de lianas, escaleras de troncos, una cascada en medio cuyo sonido nos ayudó a conciliar el sueño más gratamente y numerosos detalles mas. En cuanto la vimos Unai y yo pensamos que no iba a ser un precio baratillo, pero curiosamente tenían otras habitaciones que no estaban tan al detalle preparadas y con no tan buenas vistas, pero cuyo precio eran 4 €! Lo cual estaba genial y además teniendo en cuenta el paraje donde se encontraba.
Este sitio también tenía la opción de cenar en un barco que mientras te servían la cena iba recorriendo el lago, cosa que no pudimos hacer pues había que reservarlo antes y nosotros llegamos un pelin tarde. Aquella noche, los que fueron a cenar, lo tuvieron que disfrutar de lo lindo, pues una luna llena anaranjada que dejaba una estela increíble reflejada en el lago, les acompañó durante todo el recorrido.
Casualmente ese grupo que cenó en aquel barco venían también en bicicleta, pero acompañados de un guía Escocés, dueño del negocio y con una furgoneta de apoyo. David decía que alguna otra vez ya le había visto por estos sitios a ese tipo llevando a grupos, y que ya le gustaría trabajar para él, pero que no se atrevía a preguntarle por el pequeño pique que tienen entre Ingleses y Escoceses que entre risas comentaba. Aquella noche al regresar de esa cena en el barco, el tipo se tomó unas cervezas con nosotros y David aprovechó para amigarse con él. Unai y yo la verdad es que no hablamos casi con el para dejar a David con su proceso de conocer a aquel personaje que por cierto parecía buena persona.
Al día siguiente llegamos a la capital, Vientiane. Nada mas llegar antes de buscar alojamiento y ducharnos, lo primero que hicimos fue comer un buen plato de pasta, que tan bien nos sentaba cuando teníamos la fortuna de encontrar un sitio turístico donde poder comer comida occidental y con alto poder energético. Cómo no, éstos acompañados de una buena cerveza y yo con un banana shake que me flipaban, pero que sólo en los sitios turísticos lo podía tomar, al contrario que estos que en todos sitios había cerveza y siempre se tomaban una al llegar al destino. David siempre me decía, “yo al menos tengo un aliciente para seguir pedaleando por llegar a mi destino y pedir una buena cerveza, pero tú, que aliciente tienes si no bebes cerveza? Si yo supiera que al llegar no tendría cerveza, creo que no terminaría nunca las etapas!”
Tras encontrar un alojamiento en donde el Inglés ya había estado antes y decía que estar bien, darnos la ducha y descanso de rigor, nos fuimos a cenar aun Italiano que tenía bastante fama, para despedirnos dándonos un buen festín, ya que aquí nos separábamos. El Inglés se quedaría un par de días mas en Vientiane para luego pasar a Tailandia y nosotros al día siguiente continuaríamos el camino.
Era un crack este Inglés, muy tranquilo, risueño, amigable y sobre todo buena persona. Me daba mucha pena no volver a andar con él ni volver a verle. No sentí esa típica tristeza que te embarga al despedirte de alguien querido, pues notaba algo dentro de mí que decía que no iba a ser la última vez que anduviera con él en bici. Siempre tiene algo en mente para hacer en el futuro así que creo que en algún momento me engancharé a él durante alguna otra travesía, a saber en qué país y en qué momento, pero así lo sentía y lo sigo sintiendo.
Casualmente estaba estudiando castellano porque decía que podías viajar a muchos sitios sabiendo este idioma, así que siempre le ayudábamos con su aprendizaje. Esa noche le enseñamos a decir lo que a partir de entonces iba a ser la frase mas pronunciada de David y nosotros:
“Con cerveza y siesta se sube la cuesta!!”

No hay comentarios:

Publicar un comentario